En su interior, el edificio conserva la tirantería original de maderas nobles que se combinan perfectamente con el mobiliario de maderas cultivadas, con el piso con tono natural y con un revestimiento en madera decapada en las paredes . En su fachada por ejemplo se agregaron detalles en madera recuperada de pallets. Lo clásico y lo moderno se encuentran para lograr un lugar acogedor y excéntrico en el interior de la Argentina.
En el centro de Villa María, Córdoba se encuentra una de las esquinas más emblemáticas de la ciudad, se trata de una casona que data de principios del siglo XX, más precisamente de 1908. La misión era reciclar esta propiedad y convertirla en un tradicional pero a la vez moderno resto-bar, combinando elementos y materiales contemporáneos acordes con la nueva estética, pero en armonía con la construcción original.
La tarea fue encargada al estudio de arquitectura local EFEEME Arquitectos, quienes tomaron el desafío y lograron un extraordinario resultado utilizando a la madera como material preponderante. Este proyecto se estructura en dos grandes sectores: el salón principal y la zona de servicios, ambos adaptados a las divisiones existentes de la construcción original.
La distribución espacial del salón principal, se define por la adición de un entrepiso que balconea sobre la imponente doble altura del techo original y a su vez hace de marquesina al espacio de la barra en la planta baja. El entrepiso, un espacio angosto y más íntimo, pero a su vez conectado visual y espacialmente, busca emular la estética de los antiguos balcones coloniales y genera el peso visual necesario para equilibrar la proporción espacial. Dos murales de grandes dimensiones le otorgan color, textura y dinamismo a toda la composición.
Para optimizar aún más las medidas del salón principal se escogieron una serie de lámparas suspendidas con altura variable distribuidas en casi la totalidad de su superficie, elementos que moldean el espacio y otorgan al usuario, simultáneamente, una sensación de amplitud y resguardado en planta baja y un efecto etéreo desde el entrepiso. La iluminación indirecta otorgada por estas luminarias enaltecen la estética de tirantearía de madera y bovedillas del techo original encontrado en óptimas condiciones de conservación. Cuatro tragaluces circulares sobre el sector de la escalera refuerzan el paso de luz natural durante el día a este sector.
Las terminaciones, los detalles y el mobiliario en general son el perfecto contraste entre lo vintage y lo moderno, combinando paredes de ladrillo crudo, revestimiento de madera decapada, cielorraso de chapa oxidada, piezas de hierro, madera y tapizados de diversos estampados con acentos de iluminación, color y vegetación. La naturaleza juega un papel complementario en la decoración otorgándole calidez y la sensación de frescura que este espacio busca.
El restobar ocupa la totalidad del lote y se concibe como un contenedor permeable que dialoga con la dinámica del barrio. Ambas fachadas refuerzan su marcada estética horizontal con la adición de franjas de pallets revestidos con maderas recicladas y dos pérgolas metálicas que hacen de filtro para la iluminación natural. La esquina, coronada por un jardín vertical con el logotipo del restobar y un gran ventanal, hace de carta de presentación para la búsqueda espacial interior que consistió en generar un ambiente abierto, iluminado, cálido y familiar, que fuera permeable desde el exterior evidenciando al usuario lo que sucede en el interior, creando situaciones interesantes para ver y ser vistos.
Información obtenida de la memoria descriptiva de los arquitectos
Fotografías: Gonzalo Viramonte