POR EL ARQ. JORGE BARROSO, DEPARTAMENTO DE ARQUITECTURA DE CADAMDA.
Desde el fondo de los tiempos, los humanos tuvieron pocas alternativas para construir sus “abrigos”, sus viviendas, sus templos etc. Piedras, tierras (crudas o cocidas) y madera. Algunos aportes reducidos de metales, como sobre, plomo, hierro.
El problema de construir los edificios, los abrigos, fue colocar un material sobre sus cabezas. El metafórico “techo”.
Solo la madera daba respuesta cuando se requería para construirlo una superficie plana, horizontal (los entrepisos) o inclinada (las cubiertas) la alternativa de la piedra o de las tierras solo se resolvía con los arcos, las bóvedas.
Pasaron milenios hasta que la revolución industrial creara el acero, que apareció como la alternativa estructural de la madera. Poco más de dos siglos han transcurrido de esta innovación. Y no más de un siglo, para que el hormigón armado se sumara a la competencia de materiales capaces de construir un techo.
La madera conservaba y conserva, una cualidad particular: es un material natural renovable, se constituye a través de la energía solar, reduciendo en este proceso el “malo de la película” el CO2, el temido y denostado dióxido de carbono.
Ya no es la madera de nuestros antepasados. También se subió al carro de la revolución industrial- la madera laminada encolada, (con un siglo), amplio los horizontes dimensionales. Vigas de 30 metros, arcos que superan los 150 metros entre apoyos etc.
Más reciente aún el CLT (Cross-Laminated Timber), comienza, desde hace un par de décadas, a desafiar las alturas. El edificio Stadthaus, con sus nueve pisos en Londres, ya cumplió una década. Los proyectos de alturas de hasta 30 metros se multiplican.
El camino del avance tecnológico no se detiene
En la base de todo, este camino del pasado y este avance del hoy y el futuro, la madera aporta las virtudes que le otorgó la naturaleza. Un peso especifico (promedio) de 600 kg/m3, significa 4 veces menos que el hormigón , y 12 veces menos que el acero.
Una tensión admisible similar a los hormigones habituales en la construcción de edificios.Una flexibilidad, actúa como un factor para modificar la metodología de diseño.
La madera no aparece con una imagen nostálgica y deseada, llena de la calidez de lo natural, es el material del siglo XXI, que nos ayudara a producir una cultura sustentable.