El álamo es una madera que ha cobrado gran popularidad en los últimos tiempos, se utiliza para la construcción de muebles, aberturas, molduras, escarbadientes, fósforos y hasta para producir papel de diario, biocombustibles y féretros, entre otros usos. Esta especie pertenece a la familia de las salicáceas y se foresta para su uso industrial principalmente en la región del Delta del Paraná (bonaerense y entrerriano) y en menor medida en Cuyo, Patagonia y en las zonas de secano de la Provincia de Buenos Aires.
La madera del álamo es blanca y ligera, homogénea, elástica, de densidad media y de duramen poco marcado. Parte del éxito que ha tenido esta madera en los últimos años, se debe a los avances en los procesos de secado industrial y también a las nuevas tecnologías de preservación y de coloración de la madera. Con los nuevos productos, puede oscurecerse y se lleva a tonalidades similares a la madera nativa.
Además y no menos importante, son los avances genéticos de los últimos años que han logrado los productores forestales y el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) generando por ejemplo mayor productividad, mejor calidad del producto, adaptación a áreas marginales de cultivo, reducción del turno de aprovechamiento y de los costos de establecimiento, cosecha y procesos industriales. Todo esto generó un producto accesible para el consumidor, de larga duración y agradable a los sentidos.
Hace unos años, un equipo de investigación integrado por docentes y alumnos de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires y de la Universidad Tecnológica Nacional, Regional Venado Tuerto, analizó las características de la madera del álamo y presentan una lista de los beneficios que supone la puesta en valor de esta especie.
El álamo pertenece al género Populus de la familia de las salicáceas, y comprende unas cuarenta especies. Originario del hemisferio norte, fue introducido en la región como ornamental y para ser utilizado como cortinas forestales y cortavientos. La madera de álamo puede ser aplicada a diversos usos, en continua evolución, ya sea por la dinámica del mercado, como por el desarrollo de tecnologías industriales, tiene un descarte mínimo, más allá de la porción que puede considerarse como la más noble (alrededor del70%), típicamente utilizada para la producción de madera laminada, la porción restante es destinada a la producción de tableros de partículas, embalajes industriales de tipo variado como pallets y cajones para la producción fruti-hortícola y pulpa para la producción de biocombustibles.
“Si se mide la relación entre el peso y las propiedades de resistencia, el álamo tiene mejor resultado que el acero”, señala a Argentina Investiga el ingeniero Alfredo Guillaumet, director del equipo multidisciplinario. ¿Para qué quieren saber las propiedades de resistencia? Para utilizar esa madera en la construcción de casas o edificaciones de distinto tipo. “Pero lo importante no es saber si es mucho o es poco lo que resiste, sino que importa saber exactamente cuánto”, agrega.
Es por esto que se investiga para aportar información precisa y confiable al Reglamento argentino de estructuras de madera y a las normas IRAM, es decir, el conjunto de normas que ayudan a mejorar la calidad de vida, el bienestar y la seguridad de personas y bienes, elaboradas por los tres sectores involucrados: los productores, los consumidores y entes gubernamentales. “En general, en Argentina hay muy poca información sobre madera y específicamente sobre el álamo no había nada”, indica el investigador. Lo que se sabe hasta el momento es que la relación entre la resistencia y la densidad es mayor en la madera que en el acero: es decir, es un material que presenta muy buenas opciones para su uso estructural.
El mercado, duro de roer
La costumbre extendida en los procesos de construcción edilicia en la zona centro de Argentina indica que los materiales más utilizados son el acero y el cemento. Las variedades de maderas de forestación que sí se utilizan para construir provienen de bosques implantados en la Mesopotamia argentina, madera utilizada para techos, por ejemplo. “Pino elliotti hay en el norte de Corrientes y Misiones -explica Guillaumet-, el eucalyptus grandis es de Entre Ríos, y araucaria angustifolia (pino Paraná) del norte de Misiones. Pero cerca de un lugar de gran consumo como es Buenos Aires están las islas del Delta con importantes plantaciones de álamo”.
Por lo tanto, si se tiene en cuenta que la gran demanda de madera para la construcción está en la zona central del país, es importante considerar lo que sucede con el costo de los fletes. Si la madera que se usa está en Misiones, se paga un flete mucho mayor respecto de otra que proviene del Delta del Río de la Plata. Pero no se trata sólo de tener disponible un material barato. Hay que impactar en las costumbres. Los investigadores consideran que “si el profesional de la construcción dispone de un nuevo material con calidad estandarizada, con garantía de fabricación, y con certificación del origen, el impacto en la construcción será inevitable”. Y agregan que “si en el ámbito de la construcción se desconocen las propiedades de un material, nadie lo va a utilizar: la tarea que tenemos desde la Universidad es estudiar y presentar las propiedades confiables de los materiales”.
¿Viga laminada?
Las vigas tradicionales -de una sola pieza aserrada, provenientes de un árbol particular y que se utilizan mayoritariamente en la construcción edilicia- tienden a desaparecer, fundamentalmente, las de madera dura. Esto se debe a la escasez, su alta demanda y a que los árboles no alcanzan los tamaños necesarios. La respuesta viene con el sistema de fabricación de vigas de madera laminada encolada para uso estructural: “Con este sistema se maneja el tamaño (espesor y largo), se utiliza la madera de los bosques implantados que está disponible en un promedio de 15 años, sin esperar 80 años como con una madera dura nativa”, indican los miembros del equipo de trabajo.
¿De qué se trata este sistema industrial y cómo logran armar nada menos que una viga a partir de tablitas o láminas? Los especialistas lo explican así: “Mediante el encolado se unen varias láminas delgadas de madera, habitualmente de 25 milímetros de espesor, hasta lograr una longitud de entre 10 y 15 metros por lámina. Luego se unen esas finas láminas, una sobre la otra, hasta alcanzar la dimensión de espesor deseado. Por último se produce un prensado muy cuidadoso y que está regido por las normas IRAM. Por lo tanto es un producto natural con un proceso industrial”. Como un ejemplo de lo que se puede lograr con esta tecnología indican unas cifras para el asombro: “Como resultado de este método se producen en el mundo vigas de hasta 90 metros de luz entre apoyos, con más de 2 metros de altura”. Sorprendente.
Consumos ambientales
Las vigas de madera laminada encolada producidas en Argentina se construyen con madera proveniente de bosques implantados de rápido crecimiento. En opinión del profesor Guillaumet “este tipo de viga no sólo constituye una excelente alternativa al momento de ejecutar estructuras de madera, sino que también favorece la protección del bosque nativo porque se disminuye así el consumo y la presión ejercida por el mercado sobre los árboles añosos”. Uno de los actores que está impulsando la norma IRAM para el álamo es una empresa que fabrica estas vigas laminadas encoladas y posee una importante forestación en el Delta. “Desde hace mucho tiempo se hacen pruebas en el Delta. Se probaron distintos clones del álamo ya que tiene la particularidad de ser una madera muy trabajada genéticamente”, señalan.
Los investigadores agregan: “El mayor problema del Delta eran las plagas, por eso hicieron pruebas con distintos tipos de clones y el que se ha adaptado sin inconvenientes es el que usamos para las pruebas de laboratorio, que es el australiano 129/60”. Es decir, se trata de una especie exótica y modificada genéticamente para resistir y adaptarse a esa zona.
Desafíos
El trabajo del equipo se integra con las asignaturas del área Materiales y estructuras de las carreras de Ingeniería mecánica e Ingeniería industrial en la UNNOBA e Ingeniería civil en la UTN. El ingeniero Guillaumet plantea el largo camino que tienen por delante: “Tenemos previstos encuentros con los profesionales de la zona para explicar qué implica construir con madera. Sostenemos que no es sinónimo de mala calidad, sino todo lo contrario. Además, puede dar una excelente solución al problema habitacional”.
Fuentes consultadas: INTA y Argentina Investiga.