
«Pese a las dificultades, ven con buenos ojos algunas iniciativas que tiene en carpeta el Gobierno. Una de las más importantes es que en el plan de viviendas que elaboró para los próximos cuatro años con una inversión de $ 100.000 millones, se disponga que el diez por ciento de las casas sean de madera, con el denominado sistema de construcción en seco. Con la certificación en la industria y mano de obra local prevén que se movilicen inversiones por 500 millones de dólares».
¿Qué tienen en común el pañal de un bebe, una mesa ratona y un diario? Todos se originan en la industria forestal. De las cadenas agroindustriales, esta es la que probablemente tenga mejor potencial de desarrollo, pero, al mismo tiempo, es la que exhibe mayor cantidad de traspiés y fracasos. Todo un símbolo de la Argentina.
No hay que irse muy lejos para comparar el atraso relativo. Chile, Uruguay y Brasil atrajeron en la última década inversiones por más de 20.000 millones de dólares, mientras que aquí pasaron de largo. Los forestadores creen que la Argentina podría pasar de contar del millón de hectáreas implantadas en la actualidad a dos millones de hectáreas. Según el plan estratégico para 2020 que elaboraron la Asociación Forestal Argentina (AFOA) y la Asociación de Celulosa y Papel (AFCP), de alcanzarse esa superficie se podría equiparar el patrimonio forestal chileno que le permite al país trasandino generar 6000 milllones de dólares por exportaciones de este sector. En la Argentina, el forestal es el único segmento agroindustrial que genera déficit en la balanza comercial ya que importa distintos tipos de papeles por 1000 millones de dólares. «Si no se hacen las inversiones necesarias, el déficit del sector llegará a 2600 millones de dólares para el 2020», advierte un documento de ambas instituciones.
Tanto AFOA como AFCP promueven incentivos para las inversiones que les permita agregar valor a la materia prima forestal hoy disponible (en Corrientes sólo se usa el 45% de esa materia prima y se acumulan los residuos de los aserraderos), destrabar la maraña de normas burocráticas e impulsar medidas de competitividad en el sector.
«En la Argentina se dan mejores tasas de rendimiento de pinos y eucaliptos que en Uruguay, pero las inversiones se van para allá», explicaba un forestador. Hay varios ejemplos de las penurias que padecen los productores forestales. Aunque el Gobierno prometió aumentar el presupuesto disponible previsto por la ley 25.080 para la promoción de Bosques de Cultivo, mediante los Aportes Económicos No Reintegrables (ANER) para pasarlo de $ 100 millones a $265 millones, hasta ahora, según los productores forestales, los pagos no superan los $60 millones.
La situación más delicada la atraviesan los productores forestales de la provincia de Buenos Aires, debido a que la Legislatura no sancionó la adhesión a la ley de Ordenamiento de Bosques Nativos. Sin esa aprobación, los productores no cobran hace seis años los ANER. Según sus cálculo, la deuda de la Nación es de $70 millones de pesos. Frente a tamaña medida de desaliento, según datos de AFOA, la tasa anual de plantación se redujo en seis años un 80 por ciento. Los más afectados son los pequeños y medianos productores del Delta. Mientras que en 2009 se presentaron 132 productores para avalar sus planes de forestación, el año pasado sólo lo hicieron 15. La caída de la superficie implantada fue de 5000 hectáreas.
En la industria no le encuentran explicación al motivo de la demora en aprobar la ley, que tiene sanción en el Senado, pero se trabó en Diputados. Algunos creen que el lobby ambientalista impide el avance de la norma. «Los forestadores tienen razón, eso está trabado en la Legislatura», reconoció un funcionario del gobierno de María Eugenia Vidal.
Hay otras trabas que tienen los forestadores. En Misiones, por ejemplo, padecen una tasa de ingresos brutos del 7 por ciento, entre otras regulaciones.
Pese a las dificultades, ven con buenos ojos algunas iniciativas que tiene en carpeta el Gobierno. Una de las más importantes es que en el plan de viviendas que elaboró para los próximos cuatro años con una inversión de $ 100.000 millones, se disponga que el diez por ciento de las casas sean de madera, con el denominado sistema de construcción en seco. Con la certificación en la industria y mano de obra local prevén que se movilicen inversiones por 500 millones de dólares.
Otro objetivo que tienen en la industria forestal es impulsar el uso de los bitrenes (camión tractor que arrastra dos semirremolques) y que permite pasar de 42 a 75 toneladas brutas de carga. Esto ayudaría a reducir en un 40% los fletes, según calculan. En 2014 la entonces presidenta Cristina Kirchner impulsó su utilización, pero las provincias y municipios debían adherirse a este sistema de transporte. Salvo en San Luis y la reciente adhesión en Chubut, la iniciativa todavía no avanza. También podría verse favorecido el transporte de granos.
La forestación espera que esta no sea una oportunidad perdida.
FUENTE: Diario La Nación – Campo